marzo 17, 2007

Dialogo con letras de El Hombre Que Rie

Comenzaré por una frase nacida en la desesperanza:
En lo invisible existen oscuras puertas entreabiertas.
En lo incierto es diáfana cualquier duda, el mundo es un persistente movimiento que deja atrás otro movimiento.

Un interrogatorio
La ley es venerada por todos, excepto por los ladrones que infectan los bosques donde las corzas crían sus cervatillos. "Qui faciunt vastum in foresta ubi damoe so lent souninare"
Excepto por los ladrones que infectan los oficios públicos, pensé descaradamente.

El que resista a responder al magistrado es sospechoso de todos los vicios, y reputado capaz de todo lo malo.
"Prodigius, devorator, profusus, salax, ruffianus, ebriosus, luxuriosus, simulator, consumptor patrimonii, elluo, ambro, et gluto"
Así nos trata esta errada justicia de individuos prejuiciosos, sospecha y condena, hoy que estamos en un año 2007, así denomínase al progreso de envilecernos

Todos los vicios suponen todos los crímenes. El que nada declara lo confiesa todo; el que se calla ante las preguntas del juez es de hecho embustero y parricida.
"Mendax et parricida"
Hombre, nos el lícito constituirse en ausente por medio del silencio; el falso contumaz hace una llaga a la ley, semejante a Diómedes cuando hirió a una diosa; la taciturnidad delante de la justicia es una forma de la rebelión...
Así cualquier inocente puede ser peligroso, cualquier indefenso puede ocasionar un crimen, así nos juzga la cabeza de aquellos soberbios que se hacen jueces, así nos acallan y nos silencian para hacernos culpables, así nos desnudan y exponen suponiendo nuestra maldad, suponiéndonos asesinos sin asesinar.

Hombre, el silencio es un refugio en que hay más riesgos que ventajas; la obstinación es cosa muy criminal.
Así es, la obstinación convierte nuestras huellas en patologías esquizoides, el silencio sólo habla cuando calla.

¡Habla, miserable! La ley te suplica antes de exterminarte. Quieres parecer mudo, piensa en la tumba que es muda; quieres parecer sordo, piensa en la condenación eterna, que es sorda; piensa en la muerte, que es peor que tú. Considera que vas a verte abandonado en este calabozo; escucha, ¡oh mi semejante!, porque soy un hombre; escucha, ¡hermano mío!, porque soy cristiano; escucha, ¡hijo mío!, porque soy viejo. Cuidado conmigo, porque soy árbitro de tus padecimientos y voy muy pronto a ser horrible; el horror de la ley hace la majestad del juez. Considera que yo mismo tiemblo delante de mí; mi propio poder me consterna, no apures mi paciencia; lleno me siento de la santa maldad del castigo; ten, pues, ¡oh desventurado!, el saludable y honrado temor de la justicia y obedéceme. La hora del careo es llegada y debes responderme; no te obstines en la resistencia; no entres por lo irrevocable; considera que tengo derecho para acabar contigo.
Esa es una sentencia de ahora, claro que hoy tiene algunos agregados de derechos humanos, pero en definitiva es la misma intención, el temor a la ley y a quien la aplica. Existe en la magistratura un cierto afán al endiosamiento, pretende mayor respeto frente a un torbellino de ignorancia y predisposición condenatoria, somos el experimento de una multitud de jueces aprendiendo a ejecutar la ley, nuestras vidas son los elásticos de sus errores y aciertos, pero cien aciertos no reparan un error.